miércoles, 25 de agosto de 2010

Todos los caminos no conducen a Roma

Tras la reciente liberación en África de dos cooperantes españoles, pertenecientes a la ONG catalana Barcelona Acció Solidària, subvencionada anualmente por el Ayuntamiento de Barcelona, se ha puesto de manifiesto una vez más el peligro que entraña este tipo de misiones solidarias en según qué partes del mundo.

Inevitablemente, a muchos de nosotros, supervivientes del primer mundo, nos surge la reflexión: si existen ONG’S y organismos internacionales con muchísima más experiencia y capacidad de maniobrar y distribuir eficazmente la ayuda humanitaria, ¿por qué no podrían estas organizaciones de alguna forma coordinar todas las actuaciones?

No olvidemos que los dos cooperantes, guiados por un sano pero al parecer ingenuo entusiasmo por la labor de ayudar al prójimo, fueron secuestrados en Mauritania por miembros de una cédula de Al Qaeda en el Magreb, en un desplazamiento por carretera; el CNI ya había advertido a la organización del riesgo existente en esa zona.

Sin duda, el precio tanto económico como político que ha debido pagar el gobierno de España, paciente, sereno y eficaz en todo momento (a fe mía), sabiendo cuándo y cómo dejar filtrar la información, a pesar de las presiones de algunos grupos no políticos, no creo que pueda compensar de ninguna forma la ayuda que haya podido llegar al destinatario final, ya sean alimentos o medicinas como creo era el caso.

Cabe por tanto pensar si debería encauzarse mejor todo el material humanitario, para que los posibles daños colaterales no ensombrezcan la fantástica labor de muchas personas desinteresadas, su espíritu emprendedor, su apoyo físico o económico. Toda la gente de buen corazón desea colaborar para hacer de este un mundo un poco más habitable, pero en algún lugar de África, hoy alguien se frota las manos, manchadas de sangre de su propio pueblo, esperando el paso de un nuevo convoy guiado por un blanquito europeo con su cámara de fotos al hombro y la mirada perdida en el maravilloso horizonte de fuego… quien probablemente ignora que, con el rescate que su país de origen pague por su liberación, sus captores podrán seguir sufragando los costes de su particular guerra contra la razón.

No digo que sea el caso, pero llegó a mí el término “turismo solidario”, y me informé someramente. Existen muchos otros países del tercer mundo cuyas condiciones políticas o sociales no representan gran peligro para las personas que desean ayudar con su esfuerzo físico, personarse en el lugar. Hay agencias de viajes que ofertan y organizan misiones de ayuda combinadas con recorridos turísticos o excursiones de aventura. Existe todo un mundo de información al respecto. Puedes conocer de primera mano la realidad de un país, su cultura, experimentar la idiosincrasia de sus gentes, intercambiar ideas, opiniones, colaborando con proyectos de naturaleza sostenible iniciados por ONG’S como Médicos Sin Fronteras, u organismos internacionales como Cruz Roja, Unicef, Cáritas.... Vivencias, que seguro marcarán un antes y un después.

Creo, sinceramente, que apuntarse a misiones de paz en países donde la extorsión o los secuestros están a la orden del día, y suponen una parte importante de los ingresos de grupos terroristas, ya sean locales o a nivel internacional, con una caravana compuesta por cuatro turismos y unos cuantos camiones, es jugar peligrosamente con la ilusión, el dinero y la voluntad de muchas personas. Salvar al mundo requiere un trabajo constante, complejo y arduo, aunque nunca consideré una utopía alcanzar la meta perseguida, pero sí merece una profunda reflexión sobre las verdaderas posibilidades de cada uno de nosotros, como ente individual o grupo. Es una cuestión de responsabilidad, y criterio. Aliento todo tipo de iniciativas solidarias, pero deseo una mayor concienciación sobre los cauces, los efectos y repercusiones de nuestras acciones.

Pese a lo expuesto en estas cuatro líneas, admito que no estoy todo lo informado que debiera para emitir un juicio de opinión. Soy un simple aficionado que suele escribir con las vísceras, es mi defecto. Por ello me encantaría poder recibir y valorar cualquier otro tipo de consideraciones sobre este tema. Porque, de una forma u otra, no me cabe duda de que la mayoría navegamos en el mismo barco.

Nelo