Gracias a este dibujante y escritor vallesoletano, y a su novela "El camino", me aficioné a la lectura de manera irremisible recién inaugurados los ochenta. Fue una lectura obligada, trabajo escolar, hasta la tercera página; de ahí en adelante, quedé inmerso voluntariamente en una gran historia, de personajes fácilmente reconocibles entre los míos. No olvidemos que yo era un jovencito inacabado, ¿11, 12...?, que hasta la fecha sólo devoraba cómics y deliciososo bocadillos de pan con vino y azúcar que preparaba mi abuela, sentado en el portal de su casa, allá en el pueblo, durante un verano inolvidable en más de un sentido. Recuerdo las horas de resol, con el libro abierto entre mis dedos, las páginas llenas de migas... y alguna osada hormiga jugándosela sobre mi mano. Jamás, creo, he disfrutado tanto un libro; y es que, el primero siempre es el primero.
Hasta siempre, compañero.
Y, de nuevo, gracias.
Nelo