domingo, 28 de septiembre de 2008

Relato

Bohemia

Al abrir la ventana, alegran mi alma vespertina los dulces aromas de las frutas maduras y las flores que adornan la mañana húmeda. Es tan vivo el recuerdo que mi paladar s
aborea sin prisa las mieles del campo… Y vuelo, vuelo libre como un pájaro, buscando las gotas de rocío que aguardan calladas en la hojas de los árboles.
De pronto, tañe agudo el cristal, y despierto de mi feliz ensoñación. Elevo de forma automática mi copa y acerco a ella mis labios; el tibio elixir rubí acaricia mi boca con sutileza. El resto de comensales, permanece como ausente. Por un instante, me pregunto: ¿qué diablos hago aquí? Pero una hermosa mujer sentada a mi vera, vestida de blanco inmaculado y margaritas en el pelo, me hace salir de dudas con un cálido beso. Miro a mi alrededor: la sala carece de ventanas. Y me siento como un pequeño jilguero atrapado en una jaula de cristal.